Cada vez es más fuerte la demanda de un modelo económico que genere oportunidades y beneficios para toda la sociedad. En este sentido, la “Economía Inclusiva” trata de canalizar cómo las empresas pueden contribuir a este cambio y a los innumerables retos que plantea el futuro, de manera que el bienestar sea compartido y estén incluidas las personas y grupos en situación de exclusión o de vulnerabilidad.

 

Este concepto, Economía Inclusiva, cada vez toma mayor trascendencia entre los actores socioeconómicos. Nació desde empresas comprometidas y consiguió la adhesión de otros actores: administraciones públicas, organizaciones del Tercer Sector, instituciones y gurús como Bill Gates o Pierre Omidyar, los fundadores de los emporios Microsoft y Ebay.

 

Ahora, la pregunta es obvia: ‘¿Qué es la Economía Inclusiva?’. No hay una definición unánime, pero sí varias coincidentes. El socio del International Venture Philanthropy Center, Alejandro Álvarez von Gustedt, explica que “la primera vez que se estableció una definición fue a través de la fundación Rockefeller en EEUU, y fue bastante acertada: Economía Inclusiva es aquella economía en la que existe una oportunidad expandida para una prosperidad compartida más ampliamente, especialmente para aquellos que se enfrentan a las mayores barreras para mejorar su calidad de vida”.

 

Una Economía Inclusiva presenta cinco características interrelacionadas, según esta filantrópica fundación: participación por parte de todos los ciudadanos, equidad en las oportunidades que se ofrecen; crecimiento equilibrado de la economía, medido no solo como crecimiento del PIB, sino también mediante otras métricas que evalúan la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos; estabilidad de la economía; y sostenibilidad del progreso, incluida la sostenibilidad del desarrollo del capital humano y el capital natural. 

 

 

El Índice de Riesgo Global del Foro Económico Mundial (WEF) precisa que las desigualdades sociales y económicas subyacen a los mayores riesgos sistémicos, económicos, sociales y políticos. En este sentido, el director de RSC/ Sostenibilidad y Relaciones Institucionales del Grupo Social ONCE, Fernando Riaño, advierte que “no puede haber un desarrollo sostenible, si este no es inclusivo”.

 

Riaño destaca que la Economía Inclusiva “va a ser una tendencia de futuro. Además, los grupos de interés afortunadamente van a ser cada vez más activistas y van a preguntarse qué hay detrás de un determinado producto, de un servicio o de una empresa, porque van a exigir conocer si están produciendo y actuando desde un punto de vista ético, sostenible, inclusivo y comprometido. Por ello, veo una oportunidad para el sector de lo social, pues la economía será más inclusiva o no será economía".

 

El director de RSC/Sostenibilidad y Relaciones Institucionales del Grupo Social ONCE subraya que la creciente tendencia a favor de la Economía Inclusiva motiva que, quienes ya han empezado a trabajar en el ámbito social o han tenido alguna iniciativa en los ámbitos de la sostenibilidad o la responsabilidad social, estén dirigiendo sus pensamientos estratégicos hacia la Economía inclusiva. 

 

El imparable y creciente mantra de la Economía Inclusiva también puede suponer una oportunidad para reforzar a quienes venían trabajando previamente en este ámbito, como las empresas de la Economía Social, que potencian desde hace décadas un crecimiento económico y social inclusivo. De hecho, Riaño precisó la necesidad de reforzar y visibilizar la acción que realiza este modelo empresarial.

 

"Hay unanimidad en reconocer la labor de las empresas de este modelo empresarial, como Ilunion, un claro ejemplo que demuestra que es posible que existan empresas rentables tanto económica como socialmente, y con una plantilla formada mayoritariamente con personas con discapacidad”, afirma Álvarez von Gustedt.

 

¿Y cómo puede una empresa colaborar hacia un crecimiento inclusivo y que nadie quede atrás? El director del Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo, José Ignacio González-Aller, responde que "fundamentalmente incorporando personas en situación de pobreza o exclusión en su plantilla, incorporarlas como proveedoras, así como avanzar productos y servicios a las necesidades y requerimientos de esa plantilla. Surgen muchas iniciativas sobre cómo las empresas deben producir, respetando el clima, no contaminando, siendo paritarias –entre hombres y mujeres-, integrando a grupos vulnerables, personas con discapacidad, por ejemplo”.

 

“Las empresas tienen, por su propia naturaleza, una responsabilidad ante los problemas de pobreza y exclusión presentes en nuestra sociedad. Es decir, la finalidad es pasar de una economía basada en el beneficio para el accionista a una economía en la que prime la inclusión, junto otros valores y conceptos. Hay que ganar dinero, pero respetando las reglas de la ética y de la economía”, subraya el director del Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo, José Ignacio González-Aller.

 

 

El director de Deusto Business School, Iñaki Ortega, explica que “la grandeza del concepto –de la Economía Inclusiva– es que entra en el corazón de las compañías. Nació en defensa del Estado de Bienestar con el objetivo de asegurar una economía que permita altos estándares de estabilidad en el mundo y sin excluir a nadie ante la desigualdad creciente. Podemos decir que, con ella, el dinero se pone del lado del bien”.  

 

Ortega añade que “actualmente se dan una serie de circunstancias que no se dieron en situaciones precedentes. Es importante precisar que vivimos en el año 2008 una crisis que dejó a mucha gente atrás, creó mucha pobreza y mucho desencanto, y cuando la economía se recuperó cinco años después, esa gente seguía desencantada y surgieron los populismos. Ante esta situación, surgió la Economía Inclusiva, que pretende no dejar a nadie atrás”.

 

 

Con el objetivo de impulsar este cambio de modelo socioeconómico y conseguir la adhesión del mayor número de empresas, varias entidades –entre las que se encuentra, como colaborador, el Grupo Social ONCE– crearon en 2015 el Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo.

 

"Su objetivo es impulsar el liderazgo del sector privado para generar una nueva economía que beneficie a toda la sociedad. Pretendemos, a través de un grupo de empresas y fundaciones empresariales comprometidas con el crecimiento inclusivo, ofrecer soluciones innovadoras a problemas de nuestro tiempo, basadas en la investigación y la colaboración”, explica González-Aller.

 

El Observatorio promueve un doble objetivo: que las empresas impulsen buenas prácticas y contribuir a difundirlas. Para ello, publican un informe en el que se analiza este movimiento socioempresarial. “El Observatorio nació con una visión de estudiar, profundizar e inventar cómo se puede, desde el mundo empresarial, aportar soluciones innovadoras a problemas sociales de nuestro tiempo, basado en la investigación y la colaboración”, añadió su director.

 

Sin pausa, la Economía Inclusiva se abre para paso para alcanzar un futuro más sostenible, estable y equitativo. Es decir, más justo.